jueves, 24 de noviembre de 2011

EL HOMBRE Y LA SUPERACIÓN DEL DOLOR


¿Por qué el dolor no se aleja de la vida del hombre, por más bonanza y prosperidad que experimente? No importa quiénes seamos, dónde estemos o qué religión tengamos, el dolor siempre nos alcanza.
¿Por qué el hombre sufre? Era esta una de las preguntas que hace más de 2500 años se hacía el príncipe Shidharta Gautama, a quien posteriormente le llamaron Buda.
El nos dejó una enseñanza muy interesante en relación a esta experiencia tan humana que es el dolor. A estas enseñanzas, se les conoce como "Las Cuatro Nobles Verdades".
La primera noble verdad: El dolor existe, es parte de la vida. El nacimiento, la enfermedad, la muerte de un ser querido, la desilusión, perder las cosas que nos ha costado conseguir, el sufrimiento de un hijo, nos ocasiona dolor. El dolor nos acompaña inevitablemente durante toda la existencia.
La segunda noble verdad: La causa del dolor. Sufrimos cuando esperamos que las personas, las circunstancias o los bienes duren para siempre. Las formas físicas son pasajeras, por eso, aferrarse a algo que es efímero o mortal, produce dolor. La causa del dolor entonces es la ignorancia por la cual se desea conservar o gozar de algo cuya naturaleza es temporal. A veces, también por ignorancia, desconocemos la causa que originó nuestro sufrimiento. No entendemos por qué nos pasan esas cosas y eso acrecienta nuestro dolor.
La tercera noble verdad: acerca de la cesación del dolor. Cuando conocemos y aceptamos la realidad de que las cosas temporales no son para siempre, el dolor se procesa mejor. El dolor se supera acercándonos a la sabiduría y desarrollando la inteligencia para ver más allá de las formas, para darnos cuenta de que detrás de cada circunstancia difícil hay una lección de vida que aprender. Cuando no nos aferramos a las formas físicas de las personas, sino a lo que perdura en ellas: sus sentimientos, sus ideales, su alma.
Dicen los filósofos orientales que “El dolor es vehículo de conciencia” y es verdad. Sin dolor no nos detendríamos para preguntarnos sobre el por qué de los acontecimientos, no revisaríamos nuestros actos para enmendarlos,  no nos propondríamos indagar en las leyes ocultas que rigen la existencia, no nos esforzaríamos en aprender a vivir.
La cuarta noble verdad fue llamada “El Noble Óctuple Sendero”. Consiste en 8 recomendaciones para desarrollar un estado más elevado de conciencia que nos permita aprender del dolor, caminar a pesar de él y vivir con sabiduría, evitando originar las causas de futuros sufrimientos.

 Estos son:
Rectos Conocimientos,
Recta Concentración,
 Recta Atención,
Rectas Opiniones,
Recto modo de vida,
Recto Pensamiento,
 Rectas Palabras y
Recto Esfuerzo.
Decía Aristóteles que si el hombre necesita aprender de alguien la forma de caminar, de hablar, de comer…entonces cómo podemos pensar que para cumplir el propósito más importante en la vida, que es el de ser felices, no necesitamos que alguien nos enseñe.

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