El Amor es una fuerza que esta en la Tierra, Para darnos alegría, para acercarnos a DIOS y a nuestro prójimo.
Como dice el actual Dalai Lama: “Al principio de nuestra vida, y una vez más cuando envejecemos, nos hace falta la ayuda y el cariño de los demás”.Desgraciadamente, entre estos dos periodos de nuestra vida, durante el tiempo en el que somos fuertes y capaces de cuidar de nosotros mismos, descuidamos el valioso cultivo del cariño y de la compasión. Puesto que nuestra propia vida comienza y termina con necesidad de afecto, ¿no sería mejor que practicásemos la compasión y el amor hacia los demás mientras somos fuertes y capaces?
Sin embargo, es curioso observar cómo nos enorgullecemos de nuestra independencia emocional. Aunque, claro está, tal cosa sea muy cuestionable: seguimos necesitando a los demás durante toda nuestra existencia, sólo que resulta“vergonzoso” demostrarlo, y entonces preferimos llorar ocultamente. Y si alguien nos pide ayuda, es que se trata de un sujeto débil, de alguien incapaz de controlar sus sentimientos.
Hay una ley no escrita que dice que “el mundo es de los fuertes”, y que “sobrevive apenas el más apto”. Si esto fuese cierto, la especie humana no habría podido subsistir, pues sus individuos necesitan protección durante un largo periodo de tiempo (los especialista dicen que apenas podemos valernos por nosotros mismos después de los nueve años de edad, mientras que una jirafa lo consigue en ocho meses como máximo, y una abeja alcanza su independencia en menos de cinco minutos).
Desde luego, hay momentos en los que el fuego avanza en otra dirección, pero yo nunca dejo de preguntarme: ¿Dónde están los otros? ¿Acaso me aísle demasiado? Como cualquier persona sana, también me hace falta la soledad, el tiempo de reflexión. Pero esto no debe convertirse en un vicio.
La independencia emocional no conduce absolutamente a ninguna parte, a no ser a una pretendida fortaleza, cuyo único e inútil objetivo es impresionar a los demás. la independencia emocional, por su parte, es como una hoguera que encendiéramos.
Al principio, las relaciones son difíciles. de la misma manera, con el fuego hay que conformarse primero con el desagradable humo, que dificulta la respiración y arranca las lágrimas. Sin embargo, una vez encendido el fuego, el humo desaparece, y las llama lo iluminan todo, trasmitiendo calor, calma, y, de cuando en cuando, haciendo saltar alguna brasa que nos quema, pero que también anima nuestra relación.
Mi reflexión; al notar el menor síntoma de indiferencia y de falta de entusiasmo ante los demás, hay que hacer saltar las alarmas. La única manera de prevenirse contra esta enfermedad es entender que el alma sufre, y mucho, cuando la obligamos a vivir superficialmente. El alma le gustan las cosas bellas y profundas.
BENDICIONES
EDWIN