viernes, 18 de octubre de 2013

SE ELEGANTE Y DULCE AL TRATAR


Se suele confundir la elegancia con la superficialidad, la moda, la falta de profundidad. Se trata de un grave error: el ser humano debe tener elegancia en sus acciones y en su postura, porque esa palabra es sinónimos de buen gusto, amabilidad, equilibrio y armonía.
Es necesario tener serenidad y elegancia para dar los pasos más importantes en la vida. Claro, no vamos a acabar delirando, preocupados todo el tiempo con la forma como movemos las manos, nos sentamos, sonreímos, miramos en derredor, pero es bueno saber que nuestro cuerpo habla un lenguaje y la otra persona (aun inconscientemente) está entendiendo lo que decimos, más allá de las palabras.
La Serenidad procede del corazón. Pese a sentirse muchas veces torturado por ideas de inseguridad, éste sabe que, mediante la postura correcta, puede volver a equilibrase.
La elegancia física procede del cuerpo y no es algo superficial, sino el medio que ha encontrado el hombre para honrar la manera como pone los pies sobre la tierra. Por eso, cuando a veces sientas que la postura te incomoda, no pienses que es falsa o artificial: es verdadera, porque es difícil. Hace que el camino se sienta honrado por la dignidad del peregrino.
Y, por favor, nada de confundirla con arrogancia o esnobismo. La elegancia es la postura más adecuada para que el gesto sea perfecto; el paso, firme; el prójimo, respetado.
Se alcanza la elegancia cuando se descarta lo superfluo y el ser humano descubre la sencillez y la concentración: cuando más simple y más sobria sea la postura, más hermosa será.
Camina con firmeza y alegría, sin miedo a tropezar. Todos los movimientos van acompañados por tus aliados, que te ayudan en lo que sea necesario, pero no olvides que el adversario también está observando y conoce la diferencia entre la mano firme y la mano trémula: por lo tanto, si estás tenso, respira hondo, piensa en que estás tranquilo…, y por uno de esos milagros que no sabemos explicar, enseguida se instala la serenidad.
En el momento en que adoptes una decisión y la pongas en marcha, procura repasar mentalmente todas las etapas que necesitaste para preparar tu paso, pero hazlo sin tensión, porque es imposible tener todas las reglas en la cabeza y con el espíritu libre; a medida que revises cada una de las etapas, irás dándote cuenta de los momentos más difíciles y de cómo lo superaste. Eso se refleja en tu cuerpo, conque ¡presta atención!
Mi reflexión es que debemos cambiar la postura, relaja la cabeza, estira la columna, afronta el mundo con el pecho abierto; al pensar en tu cuerpo, también estás pensando en tu alma y una cosa ayudará a la otra.
BENDICIONES
EDWIN

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