No te desanimes nunca. Aunque tu dolor parezca insoportable y sin remedio, algún día terminará y la alegría volverá a despejar tu corazón.
No hay noche eterna, a la que no esté prometida la luz de un día fulgurante. De las penas de ayer, apenas recordaremos una ligera sombra. Lo mismo sucederá mañana con los sufrimientos de hoy.
Reflexión; entrega todo en las manos del tiempo que, con su alma compasiva, mitigará tus dolores. Recuerda que los retos más difíciles Dios se los pone a los verdaderos valientes.
BENDICIONES
EDWIN
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