La felicidad conlleva un sentido intrínseco de búsqueda, que responde a la realización personal e intransferible del propio proyecto de vida.
La propia felicidad forma parte del propósito afectivo que todos nos planteamos; un propósito subjetivo que requiere estar diseñado por nosotros y debe satisfacer las inquietudes, aspiraciones y deseos particulares que reflejan nuestra forma de pensar y de interpretar el mundo que nos rodea.
Amar significa estar en sintonía con aquello que se ama y en ello reside la felicidad. No es posible que encontremos la felicidad sin amor, es uno de sus ingredientes indispensables.
Reflexión; pero el amor en sí no es suficiente, hay que integrarlo en nuestro proyecto de vida, pues él nos da fortaleza y consuelo para superar todas las dificultades que puedan presentarse en nuestro quehacer diario, presente y futuro, y sobre todo en los malos momentos.
BENDICIONES
EDWIN
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