Asume el bien como una intención de la vida, un ideal, un programa que debes cumplir, con tesón y disciplina, todos los días, desde la mañana hasta la noche.
Acostúmbrate a hacer todas las cosas, hasta las más sencillas y cotidianas (desenchufar un electrodoméstico, barrer el suelo, atornillar un objeto, etc…), del modo más correcto posible.
Hacer las cosas del modo correcto, con el bien siempre presente, no solo evita posibles efectos contrarios, sino que constituye una preparación para actuar con corrección en otras circunstancias más cruciales de la vida.
Reflexión; Si no trabajas con empeño en hacer siempre las cosas correctas, en perseguir el bien con cada uno de tus actos, estás cediendo espacio para que el mal, la desidia, la pereza, el egoísmo, la indiferencia ensanche sus fronteras.
BENDICIONES
EDWIN
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