miércoles, 25 de junio de 2014

COMPARTE CON LOS DEMAS LO QUE REALMENTE ERES; NO DUDES NUNCA DE TUS CUALIDADES  Y RECUERDA QUE SIEMPRE SERAS VALORADO POR LO QUE ERES Y NO POR AQUELLO QUE TRATAS DE SER.




No esperes la aprobación de los demás por cada movimiento que realices en tu vida. Fieles a nosotros mismos, debemos hacer lo que es justo en cada momento. Sucede que la condena del afuera pesa demasiado y nos divide interiormente. Ya no sabemos si obrar por convicción o para satisfacer “el que dirán”. Cuando las verdades internas son débiles, no queda otra cosa que la sumisión a las verdades ajenas, y éstas, aunque disfrazadas de “verdad”, nada tiene que ver con nosotros, ni nuestra realidad.
Debemos vivir la vida haciendo nuestra voluntad, no cumpliendo la voluntad del otro, porque eso habla de carencias, de necesidades, de cumplir con los demás para que me quieran y me aprecien. Así no estoy viviendo mi vida en plenitud, soy esclavo de mi imagen y del afuera.
Hacer mi voluntad o lo que yo quiera, no significa andar por la vida dañando a mi semejante o sacar provecho del otro. Todo lo contrario, se necesita estar muy seguro de lo que yo quiero de la vida, para que me acompañe la fuerza, la claridad y el corazón en cada movimiento que realice. El movimiento es de adentro hacia afuera y no al revés. La acción es la consecuencia de un proceso interior, no de lo que me dictan los demás. No todos aceptarán mi visión de la vida.
Quien no esté de acuerdo con mi modo de vivir y pensar mi vida, pues, con sólo apartarse de mi camino, es suficiente. El problema no es mío, a mí no me pertenece la insatisfacción ni el desacuerdo de los otros para conmigo. Allá ellos, yo aquí firme en mis verdades esotéricas…y si equivoco el camino, si en mi acción daño a alguien, bueno, es humano pedir disculpas para seguir andando sin mochila alguna.
Pero el pedir disculpas es también una convicción y una necesidad de nuestro Ser, no es un formalismo estúpido y ventajista. El hombre se equivocará muchas veces, pues está en su condición humana: El errar.
Bueno, me equivoco, ¿y qué?… Bienvenido sea el error pues me enseña, cuando el error es propio, hay aprendizaje, pero cuando por hacer caso a otros caemos en la equivocación, el costo es muy caro, pues es la falta de confianza en nosotros mismos lo que nos desvía del camino correcto y nos debilita en nuestra condición de guerreros de la vida.
Reflexión; Debemos creer en nosotros y en las verdades que vamos construyendo a partir de las experiencias de vida. Las críticas y los elogios no deben ser importantes para nosotros, debemos ser impasibles frente a ellos. Las satisfacciones personales son las “conquistas internas”, y éstas tienen sus cimientos en las verdades alcanzadas.

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