Nuestras palabras determinan los que recibimos.
Así como los pensamientos afectan nuestras circunstancias, también las palabras.
Nuestras palabras forjan nuestra actitud y determinan lo que habremos de atraer y experimentar.
Cuando nos interesamos seriamente en ser FELICES, tenemos cuidado de hablar.
De todas las poderosas armas de destrucción que el hombre ha sido capaz de inventar, la más terrible, y la más cobarde, es la PALABRA.
Los puñales y las armas de fuego dejan vestigios de sangre. las bombas hacen temblar edificios y calles. Los Venenos acaban siendo detectados.
La palabra consigue destruir sin pista. Niños condicionados durante años por los padres, hombres criticados sin piedad, mujeres sistemáticamente humilladas por comentarios de sus maridos. fieles alejados de la religión por aquellos que se juzgan capaces de interpretar la voz de Dios.
Mi reflexión ante este tema, es intentar ver si tú estás utilizando esta arma. Intenta ver si estás utilizando está arma contra ti mismo. Y no permitas ninguna de las dos cosas.
Bendicones
Edwin
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