Si pasamos sobre el presente con apatía, distraídos, apresurados e inquietos, nos faltará concentración. No huyas del presente y concéntrate en los aspectos positivos de lo que estás haciendo aquí y “ahora”. Soluciona tus problemas hoy mismo. No te pases la vida diciendo lo que vas hacer, hazlo.
Con el simple paso a la acción vas a empezar a lograr tus propósitos; pero ten en cuenta que la vida no siempre es justa y fijarse unos objetivos realizables no es garantía de logro. Los malos tragos existen y es mejor no desperdiciar tiempo y fuerzas en preguntarte ¿Por qué? o ¿Por qué a mi?
Transformar ese pensamiento en positivo, tomando los posibles fracasos como un aprendizaje que te ayudará a crecer y a madurar. Recoge esa experiencia, te servirá para posibles baches futuros.
Vivir el presente es vivir en presente, es tener una relación sana con uno mismo, vivirse conscientemente; la mayor dificultad para hacerlo esta en lo que nos mantiene alejados de nosotros mismos, es el sufrimiento no resulto y en hábitos adquiridos a lo largo de nuestras “vidas” que nos empuja a una rutina poco propicia a la reflexión y a la meditación.
Nuestro anhelo por vivir un más y mejor requiere saber gestionar constructivamente lo que nos puede desestabilizar. Estamos programados para funcionar sin más, sin detenernos en el análisis, pero la sustitución de un hábito por otro que nos permita vivir en presente requiere un esfuerzo de observación y re-educación.
Reflexión; si queremos ser felices debemos ser realistas. Hacer realidad algunos de nuestros sueños comportará probablemente encontrar algunas espinas y debemos aprender a convivir con ellas.
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