miércoles, 23 de abril de 2014

MENTE CONSCIENTE Y MENTE INCONSCIENTE




Nuestra mente tiene dos departamentos, dos niveles. El más conocido de ellos es el nivel consciente. Es el que estás utilizando al leer lo que escribo aquí y ahora, y el que usas para tomar las múltiples decisiones de cada día. El nivel consciente de la mente suele asociarse con el hemisferio izquierdo del cerebro y se nutre de la información que recibe a través de los cinco sentidos (tacto, oído, vista, gusto y olfato); a partir de esa información elabora distintas opciones, decide cuál de ellas es la más adecuada y dicta las órdenes precisas para que el cuerpo realice los movimientos o desplazamientos necesarios. Este nivel mental es el que utilizas para comunicarte verbalmente con los demás y para realizar cualquier acto voluntario.
Por su parte, el nivel subconsciente de la mente (asociado con el hemisferio derecho) es el que se ocupa de controlar las funciones internas del cuerpo, tales como el trabajo del hígado, de los riñones, el latido del corazón o las funciones glandulares. Es el que distribuye la sangre y los alimentos a los órganos, los tejidos y las células del cuerpo; es, en una palabra, el que nos mantiene vivos. Además de estas funciones orgánicas, la mente subconsciente se encarga de todos aquellos actos que, por ser constantemente repetitivos, no necesita ya de la permanente atención de la voluntad, por lo que se realiza de una manera casi totalmente mecánica, con el consiguiente ahorro de energía.
Las primeras veces que nos sentamos al volante de un coche, solemos efectuar de manera consciente todos los actos que integran la conducción; mientras llevamos el volante nos esforzamos por mantener la vista fija en la carretera, coordinando al mismo tiempo los movimientos de los pies sobre el acelerador, el freno y el embrague con los cambios de velocidad que realiza nuestra mano derecha. Treinta minutos de conducción así suelen ser agotadores. Con el paso del tiempo todos esos actos pasan a integrarse en una conducta automática, que no requerirá ya apenas del nivel consciente de la mente, por lo que éste podrá, mientras conducimos, dedicarse a pensar en otras cosas, admirar el paisaje o a mantener una conversación con quien nos acompañe.
Este mismo proceso tiene lugar en la inmensa mayoría de nuestros actos: caminar, vestirnos, comer, lavarnos los dientes o escribir una carta. En una persona adulta las acciones mecánicas (gobernadas por la mente subconsciente) suelen representar el 98% de todos sus actos.
La mente subconsciente registra, además, todas las impresiones captadas por los sentidos desde el día en que nacimos a este mundo (incluso aquellas que no fueron divertidas en su momento por la mente consciente) y también todos nuestros pensamientos y todas nuestras ideas. Al mismo tiempo, es ella la que ordena y coordina los actos reflejos, esas acciones en las que nuestro ser responde con una estupidez inusitada a la presencia de algún peligro a fin de mantener la integridad física del organismo.
Por si todo esto fuera poco, todavía falta la más misteriosa y la más importante de las numerosas funciones que realiza la mente subconsciente: es ella la que nos mantiene conectados con los planos superiores de la existencia. Así, la mente subconsciente, también llamada por algunos Mente Profunda, Mente Creativa o mente Universal, es el canal por mediación del cual estamos comunicados con la Divinidad, con la Fuente de Toda Riqueza, con el Origen de la Abundancia del Universo, con nuestro Ser Interior, con el Yo Superior, con el YO SOY, con nuestro Ser Divino; en otras palabras, con Dios.
De este modo, el ser humano es como iceberg, en el que sólo una diminuta porción es visible, mientras la mayor parte de su volumen está oculto bajo el agua, permaneciendo para muchos desconocida e incluso insospechada. Y lo que es más importante, a través de esa parte oculta estamos comunicados directa y permanentemente con el Origen de toda abundancia, con la Fuerza que creó y que mantiene la totalidad del Universo.
El mayor descubrimiento que podemos hacer es ser conscientes de la infinita Abundancia y la infinita Sabiduría de la Divinidad, que además, está siempre a nuestra disposición. Esa Abundancia y esa Sabiduría te permitirán solucionar cualquier problema, vencer cualquier obstáculo y manejar adecuadamente todas las situaciones de tu vida.
Mi reflexión; quien no reconozca sus poderes espirituales se verá controlado y gobernado por los sucesos y los condicionamientos del mundo. Tenderá a dispersarse y a tener un concepto muy bajo de sí mismo. A causa de su ignorancia exaltará el poder de las circunstancias, pero no será consciente de las tremendas posibilidades que encierra en su interior y que podría, fácilmente, elevarlo a su estado natural de Abundancia, Felicidad, Salud, Libertad y Alegría de Vivir. Creas Aquello que Crees

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