miércoles, 14 de mayo de 2014

NO DEPENDAS DE UN MASTRO

Quien estudie un poco la historia de Buda se dará cuenta que, después de alcanzar la iluminación, se dedicó a hacer que sus discípulos desarrollasen las cualidades necesarias para llegar a la tan anhelada paz espiritual.
Quien lea los evangelios reparará en que casi todas las enseñanzas de Jesús tienen lugar en dos circunstancias: Bien cuando viajaba, bien alrededor de una mesa. Nada de templos. Nada de lugares escogidos. Nada de prácticas sofisticadas y difíciles: Los apóstoles prestaban atención a lo que decía cuando andaba y cuando comía, cosas que hacemos todos los días de nuestras vidas.
Precisamente porque las hacemos todos los días, no damos ningún valor a las enseñanzas que están escondidas en nuestros quehaceres diarios. Pensamos que las cosas sagradas son accesibles sólo para los gigantes de la fe y la voluntad, y pensamos que aquello que hacen las personas es demasiado pobre para ser aceptado con alegría por Dios.
Cuando descubrimos el error, en lugar de alegrarnos por haber comprendido nuestros fallos, nos dejamos llevar por la culpa de haber dado pasos errados, de haber malgastado nuestras fuerzas en una búsqueda inútil, de haber disgustado a quien deseaba nuestra felicidad. Y entonces cuando corremos el peligro de acercarnos a los “maestros”“gurús” que nos ayudarán a recuperar el tiempo perdido… Pero no es así: aunque el tesoro esté enterrado en tu casa, sólo lo descubrirás cuando te hayas alejado de ella.
Cuando se cruzan con el maestro, se entregan por completos, días, meses o años. Pero terminan descubriendo que el maestro no es el ser perfecto que habían  imaginado, sino una persona igual a las demás cuya única función es compartir aquello que ha aprendido.
Al verse frente a una persona normal, el discípulo se siente herido. Siente desesperación y el deseo de abandonar la búsqueda, cuando en realidad, es así como debe ser, es esto lo que nos hace libres para labrarnos nuestro propio camino.
Mi reflexión; cuando la gente busca a un maestro, debería estar buscando experiencias que puedan ayudarle a evitar ciertos obstáculos. Desgraciadamente, la realidad es otra: recurren a la Ley del mínimo esfuerzo, intentando encontrar respuestas para todo. El que desea aprovecharse del esfuerzo  del maestro para así no gastar sus energías nunca llegará a ninguna parte, acabará por sentirse decepcionado.
BENDICIONES
EDWIN

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