Necesitamos afecto, relaciones cordiales, solidaridad, pero la sociedad actual, materialista e individualista, ha relegado estos valores. Recuperarlos es una cuestión de ética y satisfacción personal…
La actitud más sana sería “en lugar de esperar a que el mundo cambie” tratar de ser agentes activos para conseguir aquello que nos gustaría modificar, tratar a los demás como nos gustaría ser tratados y no al revés, esperar a que el mundo se muestre amable para corresponder con un buen trato.
Reflexión; la era del Internet permite la dispersión, la facilidad, el anonimato. Esto también puede limitar, suplir los encuentros reales con los demás y debilitarnos para afrontar nuestra soledad.
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